19 octubre 2007

«Condenados» a coser togas

Una treintena de reclusos de la cárcel de Alcalá confeccionará las túnicas de los letrados en virtud de un acuerdo entre Prisiones y la Abogacía
Abogados ataviados con sus togas a las puertas de la Audiencia Nacional
R. L. Vargas Madrid- Andaban Mercedes Gallizo y Carlos Carnicer, responsables a la sazón de las prisiones españolas y del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE), respectivamente, de visita por los talleres ocupacionales que hay en la cárcel de Soto del Real (Madrid) cuando a Carnicer le entró cierta desazón al contemplar tan inmensa factoría y tan limitado aprovechamiento de la misma, empeñada como está ahora el taller en la fabricación de banderas. «¿Qué podemos hacer para sacarle más partido a estos centros?», le preguntó el presidente del CGAE a Gallizo. «Tal vez podríamos fabricar togas para los abogados», le respondió su paisana aragonesa.
Taller .
Y de aquel «cañonazo», como lo calificó Carnicer, surgió la idea plasmada ayer en un convenio suscrito por ambas entidades para que treinta reclusos de la cárcel de Madrid I (Alcalá-Meco), confeccionen togas para abogados en un nuevo taller cuya ampliación finalizará a finales del presente mes. En la actualidad, en esta fábrica trabajan quince presos, que se dedican a la fabricación de productos como sacos, sábanas o mantas. Sin embargo, y de ahí la necesidad de ampliar su superficie hasta los 800 metros cuadrados, la idea es que en el mismo trabajen el doble de internos, hombres y mujeres, que emplearán una media de catorce horas en la confección de cada una de las levitas. Tarea nada sencilla y para la que recibirán una formación específica de 200 horas que sumarán a las 800 que ya han recibido antes en otro curso más general de confección. También en esto de las togas, como en casi todo en la vida, hay clases. En este caso, tres, según sus calidades. La más modesta, y barata, costará 112 euros y la más cara, 181. A medio camino, la de 165.
Los responsables del proyecto creen que las primeras togas estarán disponibles en un par de meses y el taller ajustará su producción al número de pedidos. El Consejo de la Abogacía hará de intermediario de los colegios de abogados y transmitirá a Prisiones el número de togas demandadas y su modelo para que sean confeccionadas. Si la iniciativa tiene una buena aceptación, el organismo que dirige Mercedes Gallizo se planteará ampliar la producción abriendo otro taller en otra cárcel y podría mandar a los reclusos a hacer puñetas, en el sentido más literal de la palabra: las de los jueces y fiscales que, a diferencia de los abogados, sí llevan en la bocamanga de sus togas estas puntillas.

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larazon.es