05 octubre 2007

Los etarras quisieron rendirse

En agosto de 2004, seis veteranos de ETA, ahora en prisión, enviaron una carta a la dirección de la banda terrorista en la que abogan por “la lucha institucional” al constatar que “la lucha armada” que desarrollan “hoy en día no sirve” y que su “estrategia político-militar ha sido superada por la represión del enemigo”. La carta, reproducida en noviembre por el periódico navarro Diario de Noticias, está firmada por Francisco Múgica Garmendia, Pakito, e Iñaki Arakama Mendia, Makario, Iñaki Bilbao Beaskoetxea, Iñaki de Lemona; Carlos Almorza Arrieta, Pedrito de Andoain; Kepa Solana Arrondo y Koldo Aparicio Benito. La carta cuenta con el apoyo de un centenar de presos etarras encarcelados en distintas prisiones españolas.
El que fuera jefe del aparato militar de ETA, Pakito, y sus compañeros afirman que “esta lucha armada que desarrollamos hoy en día no sirve. Esto es morir a fuego lento. No se puede hacer una lucha armada a base de comunicados y de proferir amenazas que luego no se cumplen. No se puede desarrollar una lucha armada cuando se es tan vulnerable a la represión”. Y reconocen que “nunca en la historia de esta Organización nos hemos encontrado tan mal y en las últimas comunicaciones no se atisba ninguna reflexión sobre ello”. “Nuestra estrategia político-militar ha sido superada por la represión del enemigo contra nosotros”, reconocen.
Los seis presos constatan que “la incapacidad de potenciar la lucha armada y la imposibilidad de acumular fuerzas que posibiliten la negociación en última instancia con el poder central nos obliga a replantear la estrategia vanguardista defendida hasta ahora”. Por eso consideran que, “en adelante, a nuestro entender, debería ser la izquierda ‘abertzale’ en su conjunto, con los instrumentos utilizados en su organización política, quien debiera definir la estrategia y táctica a seguir en el logro de nuestros objetivos como pueblo”.
Por último: “Pensamos que si no se coge el toro por los cuernos de forma decidida y resuelta, vamos a introducirnos en una dinámica degenerativa que va a afectar a nuestro proyecto político como tal”.
Así estaban de desesperados los etarras hasta que Rodríguez les reanimó.

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