21 septiembre 2007

ETA aplaca un conato de rebelión de presos y familiares por su abandono
MADRID. ETA ha conseguido, de momento, aplacar un conato de rebelión de presos y familiares agrupados en el colectivo Etxerat, que, a mediados de este verano, se quejaron de que durante el «proceso de paz» los reclusos fueron ignorados por los cabecillas de la banda, y amenazaron con buscar salidas profesionales a través de abogados desvinculados de la «izquierda abertzale».
Ocurrió a principios de julio, cuando miembros de Etxerat, que dijeron reflejar el sentir de sus familiares presos, transmitieron sus quejas al dirigente de Askatasuna Juan María Olano. Así, criticaron que durante todo el proceso los cabecillas de ETA habían eludido hablar de los internos, a pesar de que la «hoja de ruta» aceptada por ambas partes incluía una «mesa técnica» en la que el Gobierno y la banda debían abordar una solución para los reclusos, a cambio del abandono definitivo de las armas. En este sentido, recordaron que el atentado de Barajas frustró un primer acercamiento de presos etarras a cárceles del País Vasco y comunidades limítrofes que el Gobierno tenía previsto materializar tras las pasadas Navidades. Estos familiares llegaron a insinuar que a partir de ese momento se consideraban con un «cheque en blanco» para buscar salidas personales a través de abogados al margen de la «izquierda abertzale».

Ante la llamada a la disciplina de Olano, este grupo esgrimió el caso de De Juana, que tras emprender una huelga de hambre sin consultarlo con la dirección de ETA, y a espaldas del resto de los presos, recibió el apoyo, al menos público, del propio dirigente de Askatasuna. Tras negar que la «izquierda abertzale» hubiera dejado abandonado a su suerte al colectivo de presos, Olano zanjó la conversación dejando claro que la estrategia relacionada con el «frente de makos» la marca Askatasuna -léase ETA-, mientras que a Etxerat corresponde la denuncia sobre la situación de los reclusos y la reivindicación de beneficios penitenciarios.
El conato de rebelión de este grupo de familiares vinculados con Etxerat se convierte en el segundo frente que se le abre a ETA en las cárceles, ya que por aquellas fechas varios de los dirigentes de la banda recluidos en prisiones francesas criticaron la forma en la que los cabecillas gestionaron el «proceso de paz».
Marcha «borroka»
Fuentes antiterrorista subrayan que, a fin de aplacar este conato de rebelión, ETA ordenó, a través de Askatasuna -grupo ilegal controlado por Olano y el abogado francés Jon Emparantza-, una ofensiva para escenificar que la banda, lejos de olvidar a sus presos, los defiende incluso por la vía del hostigamiento, la presión y la «borroka» en la calle. En ese contexto se enmarca la marcha ilegal convocada el pasado 11 de septiembre en San Sebastián, en la que fueron detenidos varios individuos, entre ellos Olano. A la concentración, disuelta por la Ertzaintza, acudieron unas doscientas personas. Las Fuerzas de Seguridad detectaron la presencia de muy pocos familiares de presos -desciende su capacidad de movilización- y, por el contrario, una nutrida participación de jóvenes fichados por su vinculación con la «kale borroka», que fueron reclutados para la ocasión. De hecho, a parte de los detenidos, los agentes han identificado a una veintena de elementos con antecedentes.
En cualquier caso, la actitud de estos familiares no es sino la punta del iceberg del malestar, cada vez más palpable, de los presos con la actual dirección de la banda. Las críticas por cómo se ha gestionado el llamado «proceso de paz»; el hecho de haberse sentidos ninguneados durante todo este tiempo por sus jefes, que jamás les han consultado ni uno solo de los pasos que ha adoptado, y el ser cada día más conscientes de que en ningún momento de las conversaciones con el Gobierno sus jefes han puesto sobre la mesa su situación, han provocado que tanto un amplio colectivo de presos, y también sus familiares, comiencen a mostrar su hastío y desazón.
La dirección etarra está seriamente preocupada porque es muy consciente de que esta situación es un perfecto caldo de cultivo para que se quiebre la unidad del «frente de makos», que podría tener fatales consecuencias. Por ello, ha hecho llegar a sus presos la orden de que hay que mantener la disciplina a toda costa para evitar que se traslade una imagen de debilidad en un aspecto tan sensible como éste.
Pero las señales que se reciben desde el interior de las cárceles, y en cierta medida también de los colectivos de apoyo, son significativas. Uno de los principales indicadores es que las movilizaciones de los presos convocadas por los jefes etarras tienen un seguimiento cada vez menor, lo que indica que hay una importante desmoralización. El llamado «proceso de paz», además, había sido recibido con esperanza por parte de los internos, sobre todo por aquéllos que llevan más años en prisión y a los que la «doctrina Parot» les ha alejado, aún más, de un horizonte de libertad. Los portavoves del equipo de interlocución de ETA en las cárceles, Juan Lorenzo Lasa Mitxelena, «Txikierdi» y Anabel Egües, ya han hecho llegar a la dirección de la banda el malestar de un amplio sector del colectivo de presos por la ruptura del proceso, que les había hecho albergar esperanzas de una pronta liberación.
En estas condiciones, son sólo algunos de los presos etarras «de la última hornada» los que han apoyado de forma pública a la dirección de la banda en su decisión de finiquitar la tregua: «Con muertos sobre la mesa se tiene más fuerza en la negociación», afirma este sector del colectivo, formado por pistoleros sin experiencia.

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