LOS PRESOS DENUNCIAN
La cárcel de Palma deja a la mitad de los presos sin cena y no les proporciona higiene
Los reclusos se quejan de que muchos se quedaron 'sin comer hamburguesa'
Alertan de 'consecuencias terribles' si esto ocurre en los módulos de los más peligrosos
Todos los internos reciben el lote de aseo personal con 18 días de retraso
PALMA.- A las 19.30 horas, la campana sonó como de costumbre en los pabellones de la prisión de Palma. Los barrotes de la celda se apartaron y los reclusos bajaron a los comedores. Al deslizar la bandeja, más de la mitad de los internos de los módulos 9 y 11 se quedaron boquiabiertos y sin nada que llevarse a la boca: no les habían dado nada para cenar.
El menú era uno de los más anhelados por la población reclusa del Centro Penitenciario de Palma: hamburguesa. El agravio comparativo quedó patente. Mientras unos la degustaban otros eran obligados a permanecer en ayunas. La tensión carcelaria fue en aumento. Los cocineros tuvieron que recurrir al ingenio para tratar de atajar cuanto antes el conato de motín. Solución: un bocadillo de chopped.
Una carta dirigida a EL MUNDO/El Día de Baleares, con nombre, apellidos número del DNI y la correspondiente firma, denunciaba las penurias que padecen. "Cabe destacar también la muy deficiente comida que se nos sirve. El pasado día 11, la mitad de la prisión nos quedamos sin la correspondiente cena. Sirva todo esto como ejemplo del desastroso ejemplo de este centro penitenciario", reza la misiva.
Distintas fuentes del ámbito penitenciario corroboraron a este periódico que la situación denunciada por estos internos es "rigurosamente cierta". Por fortuna, bel módulo 3 de la prisión, donde se encuentran los internos más peligrosos, no fue de los afectados. "Las consecuencias habrían sido impensables", precisaron.
Este incidente, ocurrido el pasado día 11, ha sido la gota que ha colmado el vaso de la paciencia entre los internos. A principios de año, los presos de la cárcel de Palma ya sufrieron otro serio revés. El paquete higiénico, que recibe cada interno a principios de cada mes, no llegó a su destino hasta el pasado viernes día 18. Además de la higiene básica, el pack recoge medidas básicas de profilaxis para evitar enfermedades de transmisión sexual. Papel higiénico, la pastilla de jabón, preservativos, lubricante, cepillo y pasta de dientes es el contenido fundamental de este lote higiénico individual penitenciario. "Todavía no hemos recibido el paquete de higiene que corresponde a dicho mes", denuncia la carta, fechada el 13 de enero.
La única posibilidad que tenían los internos de adquirir todos estos productos de higiene personal era acudir al economato. Eso sí, previo desembolso de su propio dinero. La mayoría de los internos ha tenido que recurrir a sus ahorros para hacer frente a estos productos.
Reclusos trabajan en uno de los talleres de formación de la prisión palmesana. (Foto: Pep Vicens)
Las quejas de los internos también se refieren a otros elementos básicos: la ducha. "Carecemos de la suficiente agua caliente para podernos duchar convenientemente sin sufrir ningún tipo de catarro o enfriamiento", denuncian.
Esta acumulación de carencias, que fuera de los barrotes puede parecer más o menos trivial, en el ámbito penitenciario puede ser la mecha suficiente para encender un motín. "Si esto se prolonga, podría ser terrible", subrayaron a este periódico distintas fuentes del ámbito penitenciario.
Además, el paulatino hacinamiento en el Centro Penitenciario de Palma, en progresión geométrica, ha cambiado sustancialmente la antaño modélica proporción en la prisión.
En junio de 1999, fecha en que fue inaugurado el nuevo Centro Penitenciario de Palma, el número total de reclusos ascendía a 800. Mientras, los funcionarios de prisiones que trabajan en el centro llegaban a 500. El límite máximo de capacidad del centro se estimó en 1.008 internos, uno por celda. Menos de nueve años después, esa idílica proporción interno-funcionario se ha echado por tierra. Buena prueba de ello es que el límite máximo de capacidad ya supera el 50% y la mayoría de los internos comparte celda.
En la actualidad, la población reclusa en el Centro Penitenciario de Palma alcanza la cifra de 1.539 internos. Por el contrario, lo único que ha descendido hasta el momento es el número de funcionarios de prisiones que trabajan en la cárcel. La plantilla ha mermado hasta situarse en 440 empleados públicos.
Además, las previsiones no son especialmente halagüeñas en el Centro Penitenciario de Palma. Ésta cárcel se ha convertido eminentemente en un centro receptor de reclusos procedentes de la Península. Así, el pasado miércoles 16 internos llegaron a la cárcel palmesana procedentes de otras cárceles de España. Ninguno emprendió el camino inverso.
Hace un mes, la situación fue mucho más significativa. Un total de 52 reclusos fueron trasladados desde distintas prisiones españolas hasta el Centro Penitenciario de Palma. Sólo ocho internos fueron conducidos a prisiones de la Península.
Las consecuencias del progresivo hacinamiento no se han hecho esperar. Las medidas de reinserción se han tornado una quimera. Los talleres de formación ya tienen lista de espera. Mientras tanto, los incidentes violentos en la prisión de Palma se suceden con una frecuencia cada vez mayor.
noticia publicada en:
el mundo.es
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