Vicente Magro Servet presidente de la audiencia de alicante
El presidente de la Audiencia de Alicante dice que los menores saben que tienen una especie de "carta blanca" y asegura que es partidario de rebajar la edad penal
El Gobierno le acaba de reconocer su labor en la reinserción de presos con la Medalla al Mérito Social Penitenciario...
-Ha sido uno de los momentos más emotivos de mi vida. Llevo 21 años en la carrera judicial y no pensaba que tuviera capacidad para emocionarme. Que se reconozca por parte del Ministerio del Interior un trabajo que se ha hecho desde Alicante es un logro. Se me reconoce a mí como coordinador, pero hay todo un equipo detrás.
-¿Tuvo ocasión de hablar con el ministro de Justicia?
-Sí y me dijo que está muy interesado en los programas que se hacen en Alicante. La directora general de Instituciones Penitenciarias hizo referencia a que las prisiones están saturadas a que estamos en la época con más gente en las cárceles. Creo que eso está motivado por el incremento de la gravedad de los delitos.
-Menos, pero más graves.
-Exacto, a lo mejor antes eran delitos leves. Un hurto, un robo menor, pero es que ahora no son robos menores. Son alunizajes, entradas en viviendas con los moradores dentro, violaciones, asesinatos...
-¿A qué se debe el cambio?
-A que estamos en una sociedad en la que la espiral de violencia es creciente no sabemos por qué factores, tanto en los mayores como en los menores. Se habla mucho de que se ha incrementado la violencia en los menores. Y es cierto, pero es que son un reflejo de lo que ven en los adultos. Ven las series violentas en televisión, video juegos... La gente no tiene escrúpulos y si ve una forma de ganar dinero no se plantea el daño que puede hacer.
-Esto repercute directamente en las cárceles...
-En la provincia de Alicante tenemos la mayor cifra de presos preventivos de la historia. Estamos en torno a los 200 presos pendientes de juicio. Hablamos de niveles críticos. Por eso hemos reclamado al Ministerio y a la Conselleria tres plazas de magistrado más para reforzar las secciones penales que se están colapsando.
-Además se trata de juicios más largos y complicados. ¿No es así?
-Son asuntos graves que necesitan juicios de tres y cuatro días, con cinco o seis acusados... Hay una circunstancia paralela que son las víctimas que no quieren acudir a las vistas. Les ofrecemos la videoconferencia, pero a veces ni siquiera quieren. Muchas veces son extranjeros que sufren un delito en España y se vuelven a su país y no quieren saber nada. Lo que no podemos es detener a las víctimas.
-¿Es más grave en Alicante la situación de las cárceles saturadas?
-Alicante es de las más relevantes en cuanto a delincuencia grave, pero te vas a Málaga y es lo mismo, o en Cádiz, en Barcelona, en Madrid. hay focos de una gravedad tremenda. Ahora mismo tenemos a 80.000 personas en las cárceles. Esto nunca ha ocurrido y la espiral es de incremento.
-Y la solución no es sólo crear más cárceles.
-Hay que buscar otras vías. Gente a la que puedas aplicarle medidas de reeducación... El problema es que los delitos graves no puedes reeducarlos en la calle. Un asesino, un violador tiene que estar dentro y hacer la reeducación en la cárcel.
-¿Entonces, también son necesarias más prisiones?
-Yo creo que sí. Reeducación hay que hacerla, pero para los delitos leves. El problema es el incremento de delitos graves. En esos casos la reeducación hay que hacerla dentro de la cárcel.
-Pero en el caso de los leves, ¿están funcionando los cursos de reeducación?
-No podemos meter a todos los delincuentes en el mismo saco. La reeducación es fundamental para prevenir futuros delincuentes graves.
-¿Y la Audiencia de Alicante ha sido pionera?
-Efectivamente. Por eso le decía al ministro en Madrid que hay que implantar la reeducación en toda España, pero con coordinadores. Ahora mismo la reeducación está en la Ley, en el papel, pero no existe un programa de reeducación coordinado fuera de la cárcel. Excepto en Alicante.
-¿Con quién se está trabajando?
-Tenemos programas para maltratadores...
-Con mucha crítica inicial...
-Pero al final me han dado la razón. Porque se aprobó una Ley con la obligatoriedad de hacer reeducación. Las críticas fueron porque pensaban que estábamos cambiando las penas de cárcel por un curso, pero esto no es más que un complemento de la pena.
-¿Los resultados desde 2004 han sido positivos?
-Claro. De 2.000 reeducados, tres reincidentes...
-¿Con qué otros delitos se trabaja con cursos de reeducación?
-En temas de seguridad vial. Ya tenemos casi 200 personas que han pasado por estos cursos. Tenemos también mediación penal, trabajos en beneficio de la comunidad, programa informativo a víctimas de malos tratos. Son las cinco áreas que trabajamos y que están financiando la Diputación y la Conselleria.
-¿Y la violencia juvenil?
-Tenemos un programa de violencia juvenil que pasa por acudir a los centros escolares y recibirlos aquí -como estamos haciendo- para decir a los chavales que no sigan por la violencia, que les lleva a la cárcel, etcétera.. Que ahora mismo no irán, pero que cuando tengan 18 años acabarán en prisión.
-Ahora muchos delincuentes juveniles se escudan en que son menores...
-Claro y saben perfectamente que hasta los 18 años tienen una especie de carta blanca porque hagan lo que hagan lo máximo que se puede hacer es meterles cuatro años en un centro cerrado, de menores, pero no es una cárcel. Y pueden cometer hechos graves, como está pasando...
-Pero hasta los 18 años, nada.
-Ese es el tema. ¿Qué es un menor? Un chico de 17 años, para mí, tiene la capacidad suficiente para saber qué está bien y qué está mal. Habría que hacer una reflexión y abrir un debate sobre la edad penal. Rebajarla a los 17... o sustituir el tema objetivo de la edad por un informe del forense que determine si la persona que ha cometido el delito tenía la capacidad mental de un mayor.
-Llevas 7 años y medio al frente de la Audiencia. ¿Está cómodo?
-Sí, al principio me decían: se te van a acabar las ideas. Pero no se acaban. Ahora estamos con el protocolo de salud mental. Es el décimo protocolo que ponemos en marcha. Hay mucha colaboración y, a veces, también críticas que no entiendes.
-¿No se arrepiente de haber renunciado al Senado?
-Fue una experiencia muy bonita. El problema es que no podía seguir porque hubiera perdido la carrera judicial. Y eso sí que no. Yo no soy un político.
-¿Y cuál es ahora su meta?
-Para mí una meta importante sería estar en el Tribunal Supremo.
entrevista publicada en:
lasprovincias.es
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