29 septiembre 2008

Vendimiadores de segundo grado

Las prisiones gaditanas se esmeran para lograr la reinserción. Mientras Puerto 3 gestiona con Osborne la posibilidad de que presos trabajen en las viñas, Puerto 2 implanta un módulo 'gobernado' por recluso

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Vista general de la nueva macro cárcel de Puerto 3.

No se trata ni muchísimo menos de los trabajos forzados que acuñaron la leyenda negra de las cárceles franquistas. Para empezar, es algo completamente voluntario, o sea, que el preso elige si quiere o no, y con ello, puede conseguir algún que otro beneficio o permiso para salir de la prisión.

Hablamos de trabajar en las viñas. Ésta es la curiosa iniciativa en la que está trabajando el director de la macro cárcel de Puerto 3, Francisco Sanz, como una alternativa más para brindar a los presos. Sanz ya se lo ha propuesto a la señera bodega portuense Osborne, y está a la espera de que la idea pueda cuajar. Su intención es que la empresa pueda contar, cuando lo precise, de mano de obra para la vendimia, al tiempo que los reos empiezan a dar un paso importante en pos de su reinserción.

Y es que las prisiones gaditanas se han embarcado con muchas ganas en el proyecto esbozado por Mercedes Gallizo, secretaria general de Instituciones Penitenciarias, quien anunció su intención de que para el año próximo pueda haber en todas las cárceles españolas módulos con celdas abiertas.

Para ello, se esmeran en sentar las bases para conseguir que por fin las prisiones puedan cumplir el que se supone que es su auténtico objetivo, lograr que los presos, una vez que hayan penado su deuda con la sociedad, se reincorporen acatando las normas. Y es en este campo donde la prisión de Puerto 2 se está centrando, con la iniciativa que se puso en marcha hace pocos meses. Esta cárcel portuense está siendo una de las pioneras en todo el territorio español en la puesta en marcha de lo que se conoce como Módulo de Respeto, en el que son los presos los que 'mandan'.

Según explica el director de este centro penitenciario, Antonio Diego Martín, la idea persigue establecer una nueva dinámica en los centros basada en la convivencia. En el caso del módulo de Puerto 2, son unos 50 presos los que están actualmente destinados en estas dependencias. La mayoría son personas "con primaridad delictiva, aunque también hay algunos reincidentes".

El ingreso en este módulo, siempre que se reúna el perfil requerido de ausencia de conflictividad, es voluntario.

Para ello, los propios internos deben comprometerse a cumplir una serie de normas basadas en el respeto y a participar activamente, trabajando en grupo.

En líneas generales, en los distintos módulos de respeto que se han ido abriendo en las cárceles las celdas, que están abiertas hasta alrededor de las ocho y media de la tarde, deben estar en perfecto estado de revista. Ésta es una de las normas que deben aceptar voluntariamente los presos para ingresar en uno de estos módulos, pero hay otras reflejadas en el contrato conductual que tienen que rubricar, como cuidar su aspecto, ducharse diariamente o fumar sólo en el patio o en la celda, siempre que al compañero no le moleste.

Pero, además, se tienen que comprometer a realizar unas actividades y tareas que se diseñan en un programa de tratamiento individualizado para cada interno, que deberá participar de manera activa en la organización y funcionamiento general del módulo.

Otros compromisos son los de mantener relaciones cordiales y educadas con los compañeros y el personal de la prisión y no consumir o poseer drogas. Precisamente la total ausencia de estupefacientes en el módulo es uno de los "elementos imprescindibles", matiza el responsable de la prisión de Puerto 2.

Lo más llamativo es que, en caso de que se produzca alguna riña o conflicto, son los propios presos los que deciden la manera de solventarlos. Para ello, explica Diego Martín, hay constituido un gabinete de resolución de conflictos formado por los propios internos. "Y si ellos no son capaces de poner orden, entonces se recurre a los funcionarios. Pero normalmente son ellos mismos los que consiguen arreglarlo", aclara el director.

Con su ingreso voluntario en el Módulo de Respeto, y siempre y cuando cumplan su compromiso de acatar las normas, los presos se garantizan una serie de ventajas: optar antes a la clasificación de tercer grado (que permite abandonar la prisión durante el día), permisos de fin de semana o disfrutar de régimen abierto.

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