03 abril 2009

El recinto de inserción social cuenta con dos pistas deportivas al aire libre y un gimnasio. /
No se parece a las prisiones de las películas. Ni siquiera a las de la vida real. No hay barrotes, ni trajes a rayas ni un alguacil con cara de pocos amigos. El nuevo Centro de Inserción Social (CIS) de Málaga, inaugurado ayer, es diferente.
«Tiene una fuerza simbólica tremenda. No es una cárcel. Cumple el fin más noble de las instituciones penitenciarias, que es la reinserción de los presos en la sociedad». Son las palabras de Evaristo Martín Nieto, que ha sido durante años capellán de varias prisiones y es uno de los fundadores de Pastoral Penitenciaria. Por todo ello, el CIS malagueño lleva su nombre.
El nuevo centro para los reclusos en tercer grado, ubicado en la calle Castelao, en el polígono Guadalhorce de la capital, viene a sustituir a las obsoletas instalaciones de la antigua cárcel provincial, donde acuden a dormir cada día unos 380 internos que disfrutan del régimen abierto (semilibertad).
El CIS inaugurado ayer se ha levantado sobre unos terrenos que han sido permutados con el Ayuntamiento de Málaga. Para el Consistorio es ahora la parcela que deja la antigua cárcel, en Cruz del Humilladero, una vez que se desmantelen estas instalaciones y se lleve a cabo la mudanza de los internos al nuevo centro de inserción edificado junto al Guadalhorce, que ha costado 14 millones de euros. Aunque para ello, según anunció la directora de Instituciones Penitenciarias, Mereces Gallizo, aún quedan unos meses. De momento, la fecha prevista es mayo.
Traslado
Fuentes municipales explicaron que el Ayuntamiento está estudiando qué va a hacer con los terrenos que deja libre el traslado de la prisión de régimen abierto. No obstante, apuntaron que previsiblemente se le dará un uso social o para la junta de distrito.
Los que ya salen ganando con el canje son los internos, que en adelante gozarán de unas instalaciones mucho más modernas y, sobre todo, nuevas. El nuevo CIS cuenta con 205 habitaciones dobles. Traducido a plazas, 360 para hombres y 50 para mujeres.
Lejos de la imagen de las convencionales celdas, los cuartos, de entrada, tienen puertas. En cada habitación hay dos literas, varias estanterías para colocar los enseres personas y un cuarto de baño amplio con plato de ducha incluido.
Las instalaciones se dividen en tres bloques separados físicamente que también cumplen funciones muy diversas. En el primero, situado justo a la entrada, están los servicios sociales de la prisión. Allí, los funcionarios harán el seguimiento a los penados que disfruten de libertad condicional, así como a los condenados a trabajos en beneficio de la comunidad.
Las instalaciones para los internos en tercer grado se reparten principalmente entre los otros dos bloques. Los presos disponen de un taller productivo, que les permitirá trabajar de forma remunerada hasta que consigan la libertad, dos talleres ocupacionales, cafetería y economato, gimnasio, sala de estar y de televisión...
El responsable de este centro es un viejo conocido en las instituciones penitenciarias de la provincia. El ex director de la cárcel de Alhaurín de la Torre, Ángel Herbella, ha dejado su cargo al frente del Gabinete de Mercedes Gallito para comandar el nuevo CIS de Málaga.
Nuevas medidas
Frente a las críticas surgidas desde los sindicatos, que opinan que las instalaciones nacen pequeñas, algunos responsables penitenciarios abogaron ayer por habilitar otras medidas que fomenten la confianza y que, de paso, descongestionarían los centros de tercer grado.
Precisamente, el nuevo director del centro se mostró partidario de potenciar el uso de las pulseras telemáticas -si se alejan de su vivienda, se activa un chivato telefónico- o el control mediante llamadas -se contacta con ellos a una hora del día en su domicilio- entre los reclusos en tercer grado. «Pero no por un problema de plazas», rechazó Herbella, «sino porque estas medidas fomentan la responsabilidad y la reinserción entre los presos, que es para lo que está pensado el CIS».
A falta de la mudanza, el centro de inserción social de Málaga quedó inaugurado ayer en un multitudinario acto al que asistieron responsables de la institución, así como el secretario de Estado de Seguridad, Antonio Camacho, y el subdelegado del Gobierno, Hilario López Luna, entre otros.

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